martes, 3 de octubre de 2017

Sobre la moral que debe generar el cambio unelino


Solo una voluntad férrea puede generar cambios 


Casona Universitaria

Para que una Constitución sea efectiva, quienes dominan los conocimientos y están inmersos en la aplicación de normas, deberán sentir una creencia profunda (como la que muchos le profesan a Dios) en que la garantía de los derechos fundamentales, económicos, políticos y sociales es para las instituciones públicas lo que las necesidades fisiológicas significan para el abordaje piramidal de Maslow.

Que una institución que forja mentalidades solo puede responder a la autoridad en el ejercicio decente del  poder. Que depende del empoderamiento de esta capa de la población (la del sector académico), la construcción de la dimensión humana y social de las leyes, y más desde el sector público, y  además comprender que la decencia solo puede transmitirse a través de la práctica cotidiana en el ejercicio de las funciones encomendadas.

Lo que ha logrado una hegemonía política corrosiva de casi 50 años en la UNL no se borra de un solo zarpazo. Depende de quienes lo combaten así como de quienes practican el partidismo y de quienes generan la confrontación intra e interestamental por conflictos de intereses mezquinos y antisociales. La comunidad universitaria tiene que dilucidar si esta gente que causa tanto daño pertenece a su comunidad o si se trata de impostores que vienen a entorpecer  a una institución que tiene relación con la juventud y con sus valores.

Los estamentos docente y el estudiantil son los conductores del valor agregado de la Universidad. Por tanto, su papel es clave. No debiera existir un solo estudiante, como un solo docente que no conozca la cultura institucional y criterios básicos de las normativas que rigen en la vida pública y en la esfera de la Educación Superior. Se necesita trabajar en una cultura institucional que le permita a los jóvenes entender el rol de la Universidad, del docente y del estudiante. Comprender que antes de cumplir con el objetivo del ejercicio planteado, hay que cumplir con los valores que posibilitan que ese objetivo sea plenamente cumplido.

Por ello, mal haría alguien de los nuevos docentes titulares -por ejemplo- en buscar la solución a la vulneración de sus derechos en la coima o en el soborno a funcionarios para que se aplique justicia, por más justo que pudiese parecer. La única forma que tiene un docente de sentirse libre, es mediante el ejercicio de lo legítimo y actuando en derecho, ya que obrar como el enemigo al que se detesta por sus actos de bajeza, es extraviar todo indicio de probidad. 

Sin esta base moral, "no hay varita mágica que sirva", y sí, es cierto: el problema es nuestro y nosotros debemos resolverlo con o sin intervención.  


#AveFenixUNL


Nasa Docencia
Redacción

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